Acabo de comer lo que quizá sea el alimento más sabroso que he comprado nunca en un tren. Lo que era en un Iryo italiano y eran unos macarrones boloñesa Carretilla, de los que se encuentran en cualquier supermercado.
No sé exactamente quién, pero alguien ha quedado apuntado en una lista de gente que no puede entrar en Italia nunca más.