Siempre he pensado que "el procesador no importa tanto". Hasta que esta semana en casa he alternado un portátil de 2015 con PCs más modernos "para jugar", y en el curro he alternado entre un i7 de 2017 con un Ryzen 9 de 2020 "pepinaco".
Seguiré un poco en mis trece, PERO...